Biblioteca La biblioteca estaba vacÃa. Me miró con esa sonrisa que ya conocÃa, y se sentó tan cerca que podÃa sentir su calor. Su mano se deslizó por mi muslo, lenta, mientras fingÃamos leer. Me mordà el labio cuando sus dedos subieron por debajo de la falda. Me llevó detrás de los estantes, me alzó la pierna y me pegó contra los libros. Me besaba con fuerza, y su cuerpo ya se movÃa contra el mÃo. AhÃ, entre susurros y jadeos ahogados, perdimos el control sin importar nada