Despues de clases todo puede pasar No era la primera vez que nos mirábamos así en clase, pero esa tarde todo fue distinto. Al sonar la campana, me siguió sin decir nada. Caminamos juntos, como si supiéramos lo que venía. En una calle solitaria, su mano tocó mi cintura, sus labios rozaron los míos y el mundo se apagó. Mi espalda contra la pared, su aliento en mi cuello, y sus manos descubriéndome con una mezcla de nervios y deseo. No importaban los uniformes ni el reloj. Solo nosotros y ese momento que ardía como si fuera el primero… o el último.

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