En el pasillo tras la ultima clase Todos ya se habÃan ido. El pasillo estaba vacÃo y silencioso, pero él me esperaba recargado en la pared, con esa mirada que me desarma. Me acerqué sin decir nada. Me tomó de la cintura, me giró con fuerza y mi espalda chocó suavemente contra los casilleros. Su boca buscó la mÃa con hambre, y sus manos bajaron directo, levantando mi falda sin pedir permiso. Sentà su cuerpo firme pegado al mÃo, y el roce nos arrancó un gemido que tuve que morderme para callar. AhÃ, contra la pared del instituto, nos dejamos llevar por ese deseo que no podÃamos esconder más.