Casa Vacía: Noche de Pasión La casa estaba vacía, y el silencio era nuestro cómplice perfecto. Nos miramos, sabiendo que teníamos todo el tiempo del mundo para explorar cada rincón de nuestro deseo. Sus manos se deslizaron por mi piel con una delicadeza que me hizo estremecer. Sin prisa, dejamos que la pasión creciera, cada caricia más intensa que la anterior. Nos perdimos en un baile de sensaciones, donde el placer y la complicidad se entrelazaban. Esa noche, la casa vacía se convirtió en el escenario de una pasión desbordante, un lugar donde podíamos ser nosotros mismos sin miedo ni restricciones.