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En el pasillo tras la ultima clase Todos ya se habían ido. El pasillo estaba vacío y silencioso, pero él me esperaba recargado en la pared, con esa mirada que me desarma. Me acerqué sin decir nada. Me tomó de la cintura, me giró con fuerza y mi espalda chocó suavemente contra los casilleros. Su boca buscó la mía con hambre, y sus manos bajaron directo, levantando mi falda sin pedir permiso. Sentí su cuerpo firme pegado al mío, y el roce nos arrancó un gemido que tuve que morderme para callar. Ahí, contra la pared del instituto, nos dejamos llevar por ese deseo que no podíamos esconder más.

En su cama Entramos riendo, pero apenas cerró la puerta, su mirada cambió. Me empujó contra la pared, su boca en mi cuello, sus manos bajando por mi espalda hasta levantar mi falda sin preguntar. Me llevó a su cama sin decir palabra, me tumbó y se colocó encima. Su respiración era agitada, la mía también. Mis piernas lo rodearon y lo sentí duro, firme, desesperado. Ya no había estudio ni libros. Solo piel, sudor y gemidos contenidos entre sábanas desordenadas.

Biblioteca La biblioteca estaba vacía. Me miró con esa sonrisa que ya conocía, y se sentó tan cerca que podía sentir su calor. Su mano se deslizó por mi muslo, lenta, mientras fingíamos leer. Me mordí el labio cuando sus dedos subieron por debajo de la falda. Me llevó detrás de los estantes, me alzó la pierna y me pegó contra los libros. Me besaba con fuerza, y su cuerpo ya se movía contra el mío. Ahí, entre susurros y jadeos ahogados, perdimos el control sin importar nada

Despues de clases todo puede pasar No era la primera vez que nos mirábamos así en clase, pero esa tarde todo fue distinto. Al sonar la campana, me siguió sin decir nada. Caminamos juntos, como si supiéramos lo que venía. En una calle solitaria, su mano tocó mi cintura, sus labios rozaron los míos y el mundo se apagó. Mi espalda contra la pared, su aliento en mi cuello, y sus manos descubriéndome con una mezcla de nervios y deseo. No importaban los uniformes ni el reloj. Solo nosotros y ese momento que ardía como si fuera el primero… o el último.

Fiesta Universitarix saliendo de la u Estaba estudiando en mi cuarto cuando mi amigo Carlos vino a estudiar conmigo. La tensión entre nosotros era palpable. Dejamos los libros a un lado y nos besamos con intensidad. Sus manos recorrieron mi cuerpo, levantando mi camisa y desabrochando mi sostén. Me tumbó en la cama y me penetró con fuerza, haciendo que mis gemidos llenaran la habitación. El placer era indescriptible, y nos movimos al ritmo de nuestra pasión, perdidos en un mundo de lujuria. Fue una tarde inolvidable que cambió nuestra amistad para siempre

Despues de clases todo puede pasar No era la primera vez que nos mirábamos así en clase, pero esa tarde todo fue distinto. Al sonar la campana, me siguió sin decir nada. Caminamos juntos, como si supiéramos lo que venía. En una calle solitaria, su mano tocó mi cintura, sus labios rozaron los míos y el mundo se apagó. Mi espalda contra la pared, su aliento en mi cuello, y sus manos descubriéndome con una mezcla de nervios y deseo. No importaban los uniformes ni el reloj. Solo nosotros y ese momento que ardía como si fuera el primero… o el último.

Despues de la fiesta La puerta se cerró tras nosotros y el bullicio de la fiesta quedó atrás. Sentí su contacto, suave y firme a la vez, recorriendo cada parte de mí con delicadeza. Su aliento cálido rozó mi piel, mientras sus labios encontraban los míos con ternura y pasión contenida. Me entregué a ese momento único, donde el tiempo parecía detenerse y sólo existíamos nosotros, en perfecta conexión.

escondiendonos en mi cuarto La puerta se cerró tras nosotros y el bullicio de la fiesta quedó atrás. Sentí su contacto, suave y firme a la vez, recorriendo cada parte de mí con delicadeza. Su aliento cálido rozó mi piel, mientras sus labios encontraban los míos con ternura y pasión contenida. Me entregué a ese momento único, donde el tiempo parecía detenerse y sólo existíamos nosotros, en perfecta conexiónescondiendonos en mi cuarto

con mi prima en su Cuarto La puerta se cerró tras nosotros y el bullicio de la fiesta quedó atrás. Sentí su contacto, suave y firme a la vez, recorriendo cada parte de mí con delicadeza. Su aliento cálido rozó mi piel, mientras sus labios encontraban los míos con ternura y pasión contenida. Me entregué a ese momento único, donde el tiempo parecía detenerse y sólo existíamos nosotros, en perfecta conexión.

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